martes, 29 de diciembre de 2009

El Mechón de Cabellos



EL MECHÓN DE CABELLOS

 

Frente a la puerta de entrada a mi casa, hay tres pequeños escalones que desembocan a la acera, y por debajo del último escalón descubrí un día el mechón de cabellos negros y gruesos que parecía salir de una muy delgada grieta bajo el pesado y torpe bloque de cemento.

Primero pensé que la suciedad de la ciudad lo había arrastrado hasta ese lugar oscuro y pegajoso. Pero al tratar de jalarlo con repulsión sentí que estaba firmemente adherido a la apretada grieta.

 La sensación fue tan desagradable que recurrí a la ridícula acción de cortarlo al ras.  Pero aquí comenzó la pesadilla, porque en los siguientes días se me hizo evidente que el mechón estaba volviendo a crecer, pero más grueso y parejo como un fleco humano, haciendo desvanecer toda mi justificación tranquilizadora de una inmundicia de la calle. Y la ilusión de que brotaba una mata de cabello del cemento se volvió concreta y horriblemente inquietante.

Inundado en asco lo jalé enérgicamente, pero el mechón no cedía y puedo decir que la experiencia fue violenta, y perturbadora.

La temperatura subió y bajo repetidas veces por mi cuerpo y tuve la sensación de que en ese momento el cielo se nublaba y el mundo perdía su brillo como si estuviera descendiendo a una realidad más opaca o a una viscosa depresión repentina.

Abandoné de inmediato la tarea pero durante todo el día fui incapaz de deshacerme de esa sensación de asco y profunda tristeza.

El sentimiento era tan opresivo y ridículo que no me atreví a contarle a nadie sobre el mechón de cabello.

Era tan ridículo. Y mi reacción tan impertinente y patética.

Ya tenía yo fama en la oficina de ser hipersensible. Incapaz de sonreír cuando mi jefe me llamó “lambiscón” en una reunión de trabajo.  Mi solemnidad y falta de humor había clavado tan fuertemente ésta palabra bromista en mi imagen ante los compañeros del periódico que desde entonces no había sido capaz de remendarla.

Fue un día difícil. Volví a casa totalmente agotado y deprimido en busca de un refugio. Pero al llegar a la puerta me encontré de reojo con el mechón de cabello. No me atreví a mirarlo detenidamente. De noche se asemejaba más a la suciedad urbana que yo deseaba que fuera.

Entré y caminé por la casa sin prender la luz como solía hacer cuando me encontraba sumido en ese estado emocional.  Me desnudé y vestí rápidamente con los harapientos pants que uso para dormir, alumbrado únicamente por el resplandor anaranjado pálido de la calle. Pero en el baño tuve que encender la luz, pues es oscuro como una cueva y casi inmediatamente mi corazón dio un vuelco cuando encontré el sucio piso de mosaicos regado con cabellos sueltos.

Pasé la mano por la superficie húmeda y una maraña de pelos ásperos quedó adherido a mi mano.  Sin embargo algunos cabellos aislados se levantaron atorados entre los polígonos de mosaico como si de éstas uniones finas y mohosas crecieran pelos obscenos.

Sentí una punzada de alarma mientras corrí al espejo y miré con la cara tensa si me faltaba cabello.  No parecía haber ningún cambio muy visible aunque era obvio que mi cabello era cada vez más escaso y los signos de la edad estaban hinchado feamente la textura de mi rostro. Pero me sentí verdaderamente asustado cuando vi la expresión de mis ojos:  habían perdido de golpe su brillo, estaban embotados y totalmente asimétricos.

Me desesperé y dejé llevar por una oleada de autocompasión mientras me recriminaba haber llagado a la mitad de los cuarentas totalmente sólo, sin haberme casado jamás, ni haberme comprometido con la vida de nadie.

Mi decadencia era inminente y en ese momento la percibía como una exasperante desintegración lenta de mi cuerpo.

Apagué la luz y me arrastré a la cama sin haber realizado antes mis rituales, sin haberme lavado los dientes y sin haber orinado. Totalmente entregado a mi soledad y mi miseria.

La cama me acogió piadosa y mientras me estiraba sentí el placer tántrico de desintegrarme bajo las sábanas. Sentía los pies a metros de distancia como si no me pertenecieran, se entumecieron mis brazos y el resto de mí parecía hundirse placenteramente  en el colchón como si pesara una tonelada… Me levanté de pronto, crispado de los nervios al sentir que las sábanas estaban también invadidas de cabellos.

Encendí la luz de la lámpara y me cercioré de esa obscena maraña de cabellos negros y largos adheridos por estática y hasta clavados impúdicamente en la sábana.

Era obvio que no se trataba de mis cabellos cortos y delgados de hombre envejecido.  Pensé con odio enfermizo en la sucia mujer oscura que limpiaba mi casa dos veces a la semana.

¡Que carajos había estado haciendo en mi cama! ¡en el baño! ¡en toda la casa!

La sucia evidencia dejaba un hedor agrio a burda santería.

¡Pero si yo jamás le había hecho nada malo! ¡jamás le había hecho daño a nadie en toda mi vida!

Me sentí víctima de un embrujo torpe y mal intencionado. Del horror pasé a la furia y corrí a limpiar los pelos del baño. Pero con la luz cruel comencé a descubrir cabellos saliendo de todas las grietas de la vieja casa.

Grité como un animal mientras intentaba arrancarlos de todas las paredes y rincones sucios de la casa. Pero la labor era interminable porque cada vez parecían crecer nuevos en más lugares.

Estaba totalmente fuera de mi cuando salí al porche y me dispuse a arrancar de tajo el mechón de la escalera de la calle, y jalé desesperadamente la mata que había crecido monstruosamente como una peluca insolente hasta que de la raíz comenzó a brotar sangre.

Lo que sucedió después es muy confuso. Tengo cortas imágenes en mi memoria de gentes, policías y finalmente de los hombres fornidos que me trajeron al hospital donde vivo ahora. Donde me raparon desde el primer día la cabeza para que dejara de arrancarme el cabello. Pero yo no tengo ningún recuerdo de haber hecho eso, a pesar de las costras rojizas en mi cuero capilar.  Ni de la historia que ellos se han inventado y que yo finjo aceptar simplemente porque ya no tengo fuerzas para seguir luchando.

Me han dicho que ese día encontraron el cadáver medio enterrado de mi esposa en el sótano.  Que la tumba era bastante reciente, que había sido asesinada a golpes y  arrancado hasta la sangre el cabello, que sobresalía muerto y polvoso de la improvisada tumba, y no se que tantos detalles mórbidos de ese cuento que me hace reír hasta las lágrimas, porque yo jamás me he casado. Ojalá lo hubiera hecho.

 

Alejandro Valle

25 agosto 2009

 

 

lunes, 28 de diciembre de 2009

OBRA DE TEATRO LIBRE

PROMETEO EN INTERNET


PROMETEO EN INTERNET

De Alejandro Valle

 

 

SINTESIS.- Un PROMETEO moderno es sometido a juicio y acusado por LAS ARTES y LAS CIENCIAS de regalar a los hombres información por Internet sin pagar derechos de autor. PROMETEO defiende sus ideales con elocuencia pero finalmente es condenado severamente por ZEUS, también llamado Dinero el omnipotente, y castigado públicamente ante la narración jubilosa del coro de LOS MEDIOS de comunicación masiva.

 

PERSONAJES

CORO DE MEDIOS

CORO 1

CORO 2

CORRESPONSAL

PODER

VIOLENCIA

PROMETEO

LAS ARTES

LAS CIENCIAS

CAMAROGRAFOS

FLOOR MANAGER

 

 

 

 

 

 

 

OBRA EN UN ACTO. ESCENARIO ÚNICO.

 

(Al fondo el escenario comienzan a encenderse grandes monitores de televisión. Hasta formar una pared luminosa y colorida. Cada monitor se enciende con el logotipo y la rúbrica de un canal distinto de televisión. Y al unirse forman un mosaico alegre y chillón de imágenes y músicas combinadas de alguna extraña manera. Simultáneamente se iluminará y revelará paulatinamente un escenario simétrico  con grandes columnas griegas a los lados, foquitos y luces de neón por todas partes como un set de televisión inspirado en el “Caesar Palace” de Las Vegas.  Al fondo del escenario, frente a las pantallas, se levanta en el centro un estrado muy alto decorado con relieves de oro escenográfico, que dibujan un águila o cualquier insignia del poder. A cada lado, dos largas mesas simétricas nos recuerdan la distribución de una corte de la Inquisición, pero decorada muy alegremente y servida con frutas, vinos y manjares. Todos los lugares vacíos miran hacia un banquito de madera rústica, colocado al frente del escenario, en el centro. Las únicas personas en el escenario son los camarógrafos que operan grandes cámaras de televisión a los lados del escenario, y un “Floor Manager” casi fuera de las luces y de la acción.

Súbitamente aparecen en las pantallas de los monitores los rostros del CORO DE MEDIOS. Todos rostros distintos pero vestidos y decorados de manera exagerada y acartonada a la usanza de la televisión comercial. Todos hablan al unísono.)

CORO DE MEDIOS.- En vivo y en directo. En horario estelar. Transmitido directamente desde las cortes supremas del Olimpo. El esperado juicio de ¡Prometeo!

(Se escucha música de fanfarria y el escenario se inunda por la luz de seguidores que bailan en el escenario vacío.  Arriba del escenario aparece un letrero luminoso donde se lee: APLAUSOS, y se escuchan aplausos grabados, mientras el “Floor Manager” pide al público que aplauda. Ahora las cabezas parlantes de los monitores hablarán alternándose y en CORO dentro del mismo discurso)

CORO 1.- Así es señores. Tal como hemos prometido, les llevamos esta noche hasta sus hogares…

CORO DE MEDIOS.- A través de galavisión y en horario estelar…

CORO 1.- el caso que ha conmocionado al mundo entero.  Todos saben quien es, todos han escuchado su nombre, pero pocos, hasta ésta noche, han podido conocer…

CORO DE MEDIOS.-  ¡Su verdadero rostro!

(Se enciende de nuevo el letrero: APLAUSOS y se escucha la grabación de algunos aplausos mezclados con silbidos entusiastas)

CORO 2.- Y eso no es todo.  Escucharemos también sus palabras mientras intenta defenderse de las acusaciones de una corte formada…

CORO DE MEDIOS.- ¡Por un elenco espectacular!

(Arrancan nuevamente fanfarrias, pero esta vez la melodía tiene un acento emotivo al estilo de la entrega de los OSCARES. Nuevamente se enciende el letrero de APLAUSOS y los aplausos grabados son más intensos. El “Floor Manager” pide al público que aplauda mientras las cámaras los enfocan y transmiten por circuito cerrado los rostros de algún público escogido, intercalado con los rostros de los monitores. De aquí en adelante las cámaras grabarán detalles del juicio que se verá en algunos monitores. )

CORO DE MEDIOS.- ¡Y parece que ya han llegado!

(Los monitores transmiten la imagen de una limusina que se detiene y de ella descienden unas mujeres ataviadas escandalosamente. La música y los aplausos suben de intensidad. En el escenario se desenrolla una gran alfombra roja que cubre de lado a lado en medio del escenario y frente al estrado. Por ella entran las mismas mujeres de la limusina, son LAS ARTES saludando y exhibiéndose clamorosamente, mientras las cabezas parlantes regresan a los monitores y comentan en coro lo que sucede)

CORO DE MEDIOS.- ¡Y ellas son las bellas artes! ¡si señores! ¡que bellas son!

CORO 2.- Quiero señalar lo extraño que es ver a todas estas divas reunidas en un mismo sitio. El asunto debe ser de vital importancia para ellas.

CORO DE MEDIOS.- ¡Deben estar muy enojadas!

(Las Artes toman asiento en una de las mesas junto al estrado y comienzan a beber y a comer vorazmente)

CORO DE MEDIOS.-Parece que ellas también tienen cuentas pendientes con el acusado ¡Mirad que hambrientas están! Realmente es conmovedor señoras y señores ver el estado de hambre y abandono en que se encuentran las bellas artes, es realmente estremecedor lo que sucede aquí… ¡un momento! Parece que alguien más a llegado.

(Los monitores transmiten la imagen de una limusina que se detiene y de ella descienden un grupo extravagante de hombres. Algunos parecen magnates y otros científicos locos, pero la expresión de todos es grave y seria. Momentos después entran al escenario por la alfombra roja mientras las cabezas parlantes comentan)

COROS DE MEDIOS.- ¡Pero no puedo dar crédito a mis ojos! También Las Ciencias  han llegado al Olimpo. ¡Oh! Cumbre de infinita justicia ¿qué asunto de enorme gravedad puede haberlos separado de sus sagrados deberes para venir hasta aquí? ¡no desearía hallarme en los zapatos de ese pobre Prometeo! ¿será la piedad infinita del juez supremo, lo suficientemente infinita para aplacar la cólera de ésta majestuosa corte?

(El grupo que forma Las Ciencias toma asiento en la segunda mesa al lado del estrado. Observan con gran solemnidad los alimentos que no comen y estudian con seriedad.)

CORO DE MEDIOS.- ¿Pero que sucede ahora? Hacemos un enlace con nuestro corresponsal en la calle ¡Adelante Joaquín!

(En todos los monitores se ve el rostro del corresponsal. A su lado dos policías miran con gran seriedad a la cámara.)

CORRESPONSAL.-  Buenas noches colegas. Buenas noches estimada audiencia. Me acompañan el Comandante Poder y el sargento Violencia que nos explicarán lo que sucede.

PODER.- Así es Joaquín, en este momento está llagando la camioneta que transporta al externante, el señor Ricardo Salomón de La Cruz, alias Prometeo.

CORRESPONSAL.- ¿El es Prometeo?

PODER.- Afirmativo. Prometeo. Presunto culpable de los cargos múltiples que se le imputan.

(A sus espaldas una camioneta de la policía abre las puertas traseras y los dos policías ayudan a bajar a un hombre encadenado y con una máscara-bozal al estilo Hanibal Lecter cubren la mitad de su rostro que bajo sus lentes parece cándido e inofensivo. La cámara sigue la acción al estilo de reportaje)

CORRESPONSAL.- Sargento ¿es necesaria tanta seguridad?

VIOLENCIA.- (Mientras escolta junto con Poder a Prometeo) Tenemos órdenes de transportar al acusado en condiciones de máxima seguridad. Disculpe.

(Poder y Violencia salen de cuadro arrastrando a Prometeo. El corresponsal se queda solo mirando a cámara)

CORRESPONSAL.- Para Globovisión, reportó Joaquín Romo.

(Se escucha un tema oscuro y dramático mientras prometeo entra por el pasillo de butacas arrastrado por Poder y Violencia hacia el escenario donde es sentado en el banco de madera de espaldas al público. Regresan las cabezas parlantes a los monitores)

CORO DE MEDIOS.-  Y aquí lo tienen señoras y señores.  En vivo y en directo. En horario estelar. Finalmente la audiencia, en presencia de las respetables Ciencias y las bellas Artes conocerá el verdadero rostro de Prometeo. El polémico, el temido, y el respetado también ¿por qué no decirlo? Por un séquito de aficionados…  ¡a la piratería!

(De un golpe Violencia arranca la mascara de Prometeo, revelando un rostro joven, desorientado y cándido, ante la expresión de sorpresa del jurado. Un momento de silencio.)

CORO DE MEDIOS.- Ahora respetable público les pedimos que se pongan de pie para recibir al honorable juez.

(El Floor Manager hace señales al público para que se levante. Poder y Violencia lo hacen con mayor autoridad)

CORO DE MEDIOS.- ¡Con ustedes, el poderoso, el omnipotente, el temido, el globalizado! ¡El hijo del Cronos! ¡el padre de todos los dioses! ¡el ser mar poderoso del planeta según la revista Forbes! ¡el inigualable Zzzzzzeeeeeeuuuuuus!!!!

(Se escucha un estruendo y entre efectos especiales de luz Zeus desciende al escenario desde las alturas. Se enciende el letrero de aplausos y se escucha la grabación de un publico enardecido. Una música estruendosa.  Zeus cae en su lugar en el estrado y desde ahí hace un enérgico ademán para que todos guarden silencio. El ruido cesa de golpe)

ZEUS.- ¡Silencio! ¡No voy a permitir que este juicio se convierta en un espectáculo!

(Se hace un silencio que se prolonga un poco más de lo normal)

ZEUS.- ¡Estoy bromeando!

(El foro se relaja y los medios celebran con risas. Zeus golpea el estrado con un martillo de madera)

ZEUS.- ¡Comienza el juicio! ¡que traigan al acusado!

PODER.- El presunto culpable se encuentra presente su señoría.

(Zeus se coloca los anteojos que trae colgados en el pecho para mirar a Prometeo)

ZEUS.- Deben estar bromeando. ¿Es mayor de edad?

PROMETEO.- En octubre cumpliré dieciocho su señoría.

(Zeus hace un gesto colérico y el escenario entero se sacude por una ráfaga de viento y relámpagos que cesan de golpe)

ZEUS.- Ya tienes dieciocho (mirando al cielo) Gracias Pa. (mira a Prometeo con severidad y lo señala amenazadoramente) ¡Prometeo!  Se te acusa de robar información, archivos y datos protegidos con propiedad intelectual para regalarlos por Internet a los simples mortales. Violando con esto las leyes de patente y derechos de autor ¿cómo te declaras?

PROMETEO.- De acuerdo a las leyes del Olimpo me declaro culpable su señoría. Pero de acuerdo a las leyes de la justicia soy inocente. No soy un ladrón. Sólo he compartido archivos digitales con los hombres a quienes amo.

CORO DE MEDIOS.- (Ad libitum y sin sincronía) ¡Que descaro! ¡es increíble! ¡cuanta inconciencia! ¡cuanta insolencia! ¡quien se cree este mocoso!¡donde está su madre!

CORO 3.- ¡Yo le daba unas nalgadas!

(Todos los medios se detienen para mirar con severidad a Coro 3. Zeus golpea con el mazo.)

ZEUS.- ¡Pues muy bien! ¡que comience el juicio! Tienes derecho a un abogado que te defienda.

PROMETEO.- No tengo dinero.

ZEUS.- Prometeo. Me parece que no tienes conciencia de la gravedad de las acusaciones que se te imputan.

PROMETEO.- Tengo conciencia su señoría. Me defiendo yo sólo.

ZEUS.- ¡Cómo tu quieras! Llamo a declarar a la primera parte acusadora.

(Se escucha la misma rúbrica  que sonó al entra LAS ARTES al escenario. Ellas se levantan y hablan desde su mesa)

ARTE 1.- ¡Es un embustero su señoría! ¡un abusivo! Transmite sin recato horas y horas de música sin pagar regalías. ¡Cientos de horas de música! ¡y las transmite en MP3 que son unos archivitos que se pasan sin el menor problema en un vulgar e-mail! ¡son obras completas! ¡vidas enteras que se desparraman como arena entre los dedos en un archivito de quince megas!

(Se hecha a llorar, las demás artes la consuelan)

ARTE 2.- ¡¿Estás satisfecho?!

ZEUS.- La acusación está clara Prometeo ¿tienes algo que alegar a tu favor?

PROMETEO.- ¡Yo amo la música señoría! La promuevo, la difundo, incluso escribo sobre ella en mi blog. No pienso que pueda lastimar a nadie que la comparta.

ARTE 2.- ¡Pues entonces mírala inconciente! ¡su corazón está roto!

ARTE 3.- ¡Ciento ochenta kas! ¡eso es lo que pesa una novela! ¡treinticinco kas un libro de poesía!

PROMETEO.- Bueno… cuando están comprimidos…

ARTE 3.- ¡Una biblioteca entera cabe en un cidi! ¡una librería completa en un devedé!

PROMETEO.- ¡Pero yo antes no leía señoras! Un amigo en Internet me enseñó las delicias de la literatura fantástica ¡y ni siquiera lo conozco!

ARTES 2.- ¡No mientas! ¡sabes bien quien es!

ARTE 3.- ¡Denúncialo!

PROMETEO.- ¡Señoras! ¡por favor…!

ARTE 4.- ¡El cineeeee! El cine es una industria que agoniza… el cine es un arte que se realiza con sudor y sangre… que muere lentamente porque no se recupera económicamente.

PROMETEO.- ¡Eso no es mi culpa!

ARTE 4.- ¡Estas ciego! No eres conciente de todo el daño que causas con tus jueguitos y tus blogsitos ridículos y malolientes ¡que a nadie interesan!

PROMETEO.- ¡Un momento señoras! Lamento mucho todas sus tragedias, lamento que se desmorone su sueño sublime de recuperación económica. Pero no es la gente que comparte cultura, películas y libros quienes tiene la culpa de que se desmoronen las torres que construyeron para sostener sus sueños. Nosotros no atacamos el arte. Nosotros lo amamos. Lo reproducimos. Lo recomendamos.  Los hombres tienen necesidad de cultura y esa necesidad no debería ser uno mas de los negocios del Olimpo. ¡Ninguna necesidad debería ser un negocio exclusivo! La cultura debe extenderse hasta los confines mas apartados de la Tierra. Tenemos la oportunidad de crear un mundo lleno de conocimiento, poblado de hombres libres y sabios ¿por qué oponerse a eso?

ARTE 1.- ¡No me interesan los hombres! ¡sólo me interesan las cosas sublimes!

(Arte 1 se derrumba en un ataque de llanto)

ARTE 2.- ¡Mira lo que haz hecho de nuevo! ¿por qué no te callas de una vez?

PROMETEO.- ¡Los hombres tienen derecho a transmitirse toda la información que les de la gana sin el control de un tirano!

ARTE 2.- ¡He dicho que te calles! ¡la estás matando desde las entrañas!

(Arte 1 en pleno ataque histérico es atendida por las demás arte. Zeus golpea con el mazo.)

ZEUS.- ¡Tomemos un receso para una pausa comercial!

(Los monitores comienzan a transmitir al unísono un comercial con niños en contra de la piratería mientras Zeus y las Artes comienzan a atender a Arte 1 hasta que Poder y Violencia la sacan cargando del escenario)

ARTE 4.-  (señalando amenazadoramente a Prometeo) ¡Tu vas a ser responsable por la muerte de la música!

FLOOR MANAGER.- ¡Atención! ¡silencio! ¡Volvemos en cinco, cuatro, tres!

(Hace una señal de dos con la mano y en uno todos los monitores vuelven a transmitir al CORO DE MEDIOS)

COROS DE MEDIOS.- Estamos de regreso aquí en el juicio de Prometeo transmitido en vivo desde la cumbre del Olimpo. Acabamos de presenciar una escena muy dramática…

(en los monitores vemos una repetición en cámara lenta de Prometeo gritando mientras continua el discurso de los medios)

CORO DE MEDIOS.- …mientras Prometeo agredió verbal y reiteradamente ni mas ni menos que a la música. Que desgraciadamente tuvo que ser llevada de urgencia al hospital, debido a las heridas agudas en su industria discográfica. Lamentable espectáculo. Pero continuamos.

ZEUS.- Habiendo escuchado los elocuentes argumentos de ambas partes y tomando nota de los desacatos insolentes de Prometeo, concedemos ahora la palabra a Las Ciencias. La segunda parte acusadora.

(Se levanta un hombre de pelo canoso con lentes gruesos y actitud solemne)

CIENCIA 1.- Gracias su señoría. Nuestro caso es simple.  Como autoridades en materia de ciencia, acusamos al joven aquí presente, Ricardo Salomón de la Cruz, conocido en la red de información ilegal como Prometeo, de transmitir a través de dicho medio, información clasificada de muy alta peligrosidad.

(El coro de medios hace una expresión de sorpresa)

PROMETEO.- ¡Sólo publique un par de artículos de ciencia!

ZEUS.- ¡Silencio! ¡le advierto que no toleraré mas insolencias de su parte!  Continúe Profesor ¿en que medida es peligrosa la información transmitida?

CIENCIA 1.- Me temo que en muy alta medida. Por un lado publicó un extenso artículo sobre la siembra y cuidado de diversas especies de Cannabis.

(Se levanta un murmullo escandaloso. Las Artes se ríen con enojo. Los medios reprueban con indignación. Se levanta un hombre maduro pero más joven que el primero, vestido de forma impecable aunque un poco anticuada, que habla como un psiquiatra.)

CIENCIA 2.- Puedo notar que todos comprenden la peligrosidad de la Cannabis en el desarrollo psicológico de la juventud.

CIENCIA 3.- ¡Mis hijos podrían tener acceso a esa información maldito bastardo!

PROMETEO.- No estoy vendiéndoles mota. Solo estoy rolando un poco de información.  Si quieren fumar por lo menos que lo hagan con material seguro. Sembrado en sus jardines.

(Nuevamente se levanta un escándalo)

CIENCIA 3.- ¡Eres un promotor de narcotraficantes!

PROMETEO.- Al contrario señor. Estoy promoviendo una solución al narcotráfico.

ARTE 3.- ¡Que descaro!

ARTE 4.- ¡Es lógico!

CIENCIA 2.- Por favor señores. Ni siquiera hemos llagado al meollo del asunto. Quisiera mostrar a la corte algunas fotografías encontradas en sus archivos digitales.

PROMETEO.- ¿Fotografías?

CIENCIA 2.- He entregado previamente estas fotografías a los medios por considerarlas de importancia general de modo que les pido que las muestren en el orden que hemos acordado.

PROMETEO.- ¿Acordado?

(En todos los monitores comienzan a transmitirse fotografías de Prometeo desnudo, con una chica también joven y también desnuda a su lado. Ambos parecen divertidos al posar)

PROMETEO.- ¡Hey! ¡hey! ¡hey! ¡esas fotos son privadas! ¡estaban guardadas en un archivo privado de mi computadora!

CIENCIA 2.- Así es mi estimado y novato Hacker. Nos hemos permitido hacer un cateo de tu equipo personal en busca de pruebas incriminatorias.

PROMETEO.- ¡Pero eso es ilegal!

(Las Artes, las ciencias y los medios estallan en carcajadas)

PROMETEO.- Mi novia me va a matar.

CIENCIA 2.- Nos hemos permitido darte lo que se dice vulgarmente una sopa de tu propio chocolate.

PROMETEO.- Bien ¿y que encontraron? Unas fotos donde estoy encuerado con mi novia. Ahora soy figura pública y de acuerdo a sus leyes exhibir desnuda a mi novia es legal… entiendo ¡pues me cago en sus estúpidas leyes!

ZEUS.- ¡Ya basta Prometeo! Creo que hemos escuchado suficientes testimonios para llegar a un veredicto.

PROMETEO.- ¡No han escuchado nada!  Esos señores de ahí afirman patentar el conocimiento bajo pretexto de evitar que llegue a manos irresponsables ¡pero ellos son irresponsables! ¡Convierten el conocimiento en armas atómicas y controlan los medicamentos para volverse ricos! ¡Y para tenernos enfermos! ¡y contaminan todo! ¡y luego nos cobran nuestro salario entero para curarnos! ¡ellos son los que están locos! ¡ellos son los que debemos juzgar aquí!

ZEUS.- ¡Te advierto Prometeo! ¡que todo lo que digas será usado en tu contra!

PROMETEO.- Y esas brujas de allá, exprimen el dinero del estado, que el pueblo paga por tener conocimiento bajo pretexto de  promover la cultura. Pero si alguien comparte los frutos de su arte, entonces lo demandan y lo despojan de nuevo. Me acusan de robar el sustento de los poetas pero su aparato es un monstruo que tiene en la miseria a los poetas, y a los cineastas, y a los músicos ¡ellas no son el arte! ¡el arte está en el corazón de los hombres!

ZEUS.-  Tu condena será incrementada con cada nueva insolencia que vomites Prometeo. Te lo advierto.

PROMETEO.- ¡Y tu eres el peor de todos Zeus!  Tu nombre de usuario es un dios pero tu contraseña es el dinero ¡Eso es todo lo que eres! ¡Dinero el omnipotente! ¡dinero que todo lo puede! ¡dinero que todo lo controla! Y nada es mas prosaico ni menos sagrado que el dinero…

(Poder y Violencia someten a Prometeo y lo callan colocándole de nuevo la máscara-bozal. Mientras se apaga la luz del set, y vemos la sombra de Zeus, Las Artes y Las Ciencias abandonado el escenario por enfrente de los monitores que dan la reseña final)

CORO DE MEDIOS.- Ustedes lo han visto señores. Un lamentable espectáculo ofrecido por un miembro de la juventud irresponsable llamado Prometeo. Un insolente cuyas acciones y palabras lo han condenado a permanecer encadenado y a la vista de todos.

(Poder y Violencia atan con las cadenas a Prometeo en los cables por los que originalmente bajara Zeus y es levantado hasta quedar suspendido sobre el escenario)

CORO DE MEDIOS.- Y aquí podemos verlo claramente damas y caballeros. En vivo y en directo. Un castigo ejemplar para un delito global que está a punto de derrumbar el sistema económico. Un fenómeno que somos incapaces de detener pero que al menos podemos retener lo mas posible por medio de la hostigación y la tortura. Y mientras los dioses deliberan una manera de someter el alma inquieta de los mortales, nosotros le dejamos con ésta imagen para reflexionar. En vivo y en directo. Muy buenas noches.

(El coro desaparece y los monitores muestran la imagen de prometeo colgado en el aire)

PODER.- Míralo.  Y pensar que Prometeo es un seudónimo que utilizan miles de chamacos.

VIOLENCIA.- Bueno. Párale. Ellos querían un prometeo y nosotros se los dimos.

PODER.- Me pregunto porque no se defendió.

VIOLENCIA.- ¡Uta! ¡Que si se defendió! ¿no viste como se puso al mero bueno?

PODER.- Si pero… yo me pregunto porque no dijo que el no era Prometeo. Por lo menos no el único que hay.

VIOLENCIA.- (Después de pensar un rato) Pues tal vez ese si sea el verdadero prometeo, después de todo.

PODER.- Sepa…

VIOLENCIA.- Sepa…

(Violencia y Poder salen del escenario y los monitores despliegan el código de barras. Después las luces se apagan poco a poco junto con los monitores)

TELON

Alejandro Valle * 

INSOMNE

INSOMNE

 

Para Lorenza.

 

Pablo Virgilio abrió los ojos a una oscuridad absoluta.  Otro en su lugar hubiera pensado que se había quedado ciego ante una ausencia de luz tan contundente. Pero él estaba muy acostumbrado al insomnio, a hundirse profundamente en el sueño después de un día invariablemente difícil, y a despertar de golpe tres horas después, ya muy entrada la noche,  cuando el silencio zumba en el caracol del oído interno y la oscuridad cosquillea en los nervios ópticos como negro eléctrico de video.

Paulatinamente aparecieron los filos tenues de luz,  los sonidos de la calle y sus ecos fatalistas que pueden deformar el llanto lejano de un bebe en un lamento macabro, o viceversa, pero que tienden a alimentar el vacío opresivo  que acompaña siempre a esa vigilia impertinente, especie de conciencia opaca que es el insomnio.

El verdadero insomnio no es una vigilia normal.  No es cómo estar despierto hasta muy altas horas de la noche.  No es cómo no tener sueño o ganas de dormir.  El insomnio profundo como el que había experimentado Pablo en muchas épocas de su vida, y actualmente desde hace varias semanas, tiene algo de sobrenatural: es el agotamiento sin alivio, es un estado de conciencia entre el sueño y la vigilia, pero totalmente opuesto o negativo a la ensoñación (en la que imágenes oníricas se despliegan en la mente estando aún despiertos pero con la nitidez propia del sueño).

La ensoñación es una sensación placentera, casi narcótica que experimentamos unos momentos antes de abandonar la conciencia lúcida.  El insomnio es el estado inverso, es la mente aún no despierta, experimentando la crudeza de la realidad, las preocupaciones cotidianas sin las armas y mecanismos para mitigarlas, cómo si un niño heredara de pronto las preocupaciones de un adulto, asumiera sus deudas y sus pérdidas.

En otro tiempo Pablo se hubiera desesperado.   Hubiera intentado someter al sueño con la misma torpeza de quien intenta obtener amor a la fuerza, y con el mismo resultado. Pero ahora no estaba sólo.  Una suave respiración a su lado empezó a confortarlo, a evocarle desde su calma durmiente, que el insomnio no se alivia con pastillas, sino con poesía.

Enseguida recordó la novela que ella acababa de regalarle.  Casi sintió alegría mientras buscaba a tientas el libro aún cubierto de celofán al lado de la cama y la suave lámpara de leds que se había comprado para no despertarla.  Era una baratija china comprada en la calle,  pero había resultado una maravilla que, con un par de pilas pequeñas, podía alumbrar por semanas el área, más que suficiente, de una hoja de libro.

Pablo encendió la tenue luz y Luciana se movió en la cama.

¿Te molesta la luz? – le susurró tocándole la mano.  Como respuesta ella se llevó la mano de Pablo a los labios y la besó con los ojos cerrados.  Un instante después volvió a dormirse.  Pablo la miró admirado. Ninguna otra persona en su vida había sido capaz de soportar la persistencia maniaca de su insomnio y ella como respuesta le besaba la mano, le hablaba de curas poéticas, le regalaba novelas.

Miró la portada del libro que tenía en la mano:  “Crónica del pájaro que da cuerda al mundo” de Haruka Murakami.   Arrancó el celofán, olió las paginas y esponjó la almohada.

Por la mañana Luciana no recordaría nada de ese beso en la mano mientras que él estaría enamorado de nuevo. Después de ocho años de compartir la cama.

Pablo se hundió en la lectura con facilidad. Los personajes de Murakami abrieron un espacio suave entre la vigilia y el mundo, que se fue ensanchando mientras avanzó la trama.  Pronto la conciencia lastimosa olvidó la oscuridad, los ruidos de la calle, suspendió las horas y hasta la luz del amanecer, tan cruel para los insomnes , comenzó a filtrarse bajo las gruesas persianas amortiguada por una llovizna tenue y un amanecer nublado.

Antes de que el cuarto blanco se iluminara por la luz del día, Pablo ya estaba dormido, profundamente, con el libro abierto y la linterna de leds aún encendida sobre la cama.

Mi amor – rompió una voz el hechizo – mi amor – insistió Luciana y sus palabras suaves sobresaltaron a Pablo.  Había dormido poco más de una hora y su mujer ya lo estaba despertando.

- Necesito que me lleves – atacó de nuevo, y un enojo creciente comenzó a desbaratar el sueño de Pablo.

- Llévate el coche – Se defendió, pero bajo sus ojos hinchados ya estaba obligándose a abandonar el útero tibio de las sábanas y la inconciencia. Sabía que ahora era imposible continuar el sueño. La conciencia insomne no tiene defensas contra la presión o la culpa.

- Necesito que me lleves. 

- No he dormido nada – chilló al tiempo que se levantaba, con la docilidad y protesta de un niño de cuarenta años.   En posición vertical la falta de sueño se le vino encima como una cruda,  se le revolvió el estómago, sintió una presión en la nuca y detrás de los ojos. Se sentía ultrajado. La suave mañana lluviosa le pareció ahora fría e inhóspita.

Luciana lo mimó mientras se vestía. Le preparó un capuchino y lo abrigó antes de enfrentar la mañana húmeda. Todo lo hizo con una sonrisa plácida y beata que él era incapaz de mirar sin sentir un odio amargo, por injustificado.

Se instaló en el auto, echándose al asiento del copiloto con los brazos cruzados, fingiendo mas frío del que tenía.  Una llovizna finísima empapaba la calle y cuando Luciana encendió el motor, el MP3 del auto comenzó a reproducir el Ave María de Guilio Caccini que embonó perfecto en la melancolía del día.

Casi a su pesar Pablo comenzó a suavizarse,  y aunque permaneció en su mutismo hermético Luciana pareció notarlo.

-       Perdóname por despertarte mi amorcito – dijo en medio de un chelo, como si lo hubiera ensayado -  pero ya van a cerrar las convocatorias de apoyo artístico y si no la recoges vas a seguir sin poder dormir en la noche.

Luciana tenía razón. De nuevo. Siempre tenía la razón. Su superioridad moral era permanente desde que le permitió abandonar el trabajo que lo tenía frustrado hasta la depresión, para que pudiera explorar sus inquietudes literarias, abandonadas hacía tanto tiempo.

Ella llevaba desde entonces toda la carga económica y esa dependencia se estaba comenzando a convertir en un bloqueo creativo para Pablo que desde muy joven había tenido un talento especial para el autosabotaje.  Sólo era capaz de leer sin poder escribir una sola palabra que lo entusiasmara.

Sin embargo, algo ocurrió esa mañana, tal vez la llovizna o la música de Caccini,  pero en su mutismo Pablo empezó a sentirse profundamente conmovido. Miró por primera vez a Luciana. Por primera vez en mucho tiempo.  Manejaba en un tráfico denso sin el menor gesto de impaciencia o disturbio en su cara. Se había cortado el pelo recientemente y lucía más ligera, más sabia.

Recordó el amor que había sentido en la noche insomne, recordó a Murakami.  Una oleada de emoción comenzó a subirle por la traquea. Casi sentía ganas de llorar y en ese momento Luciana detuvo el coche.

- Tengo un día muy complicado – Le dijo ella antes de salir del coche – ve por la convocatoria y después regrésate a dormir un poco si quieres.

Pablo quiso decirle algo de lo que sentía, pero su mente y su garganta estaban estrechas por la emoción y el desvelo.

-       Si mi amor. Te amo – alcanzó a decir Pablo mientras ella salía del coche tras un beso apresurado por el claxon de un taxi.

-       ¡Yo también te amo! – gritó Luciana desde la acera mientras él cambiaba al asiento del conductor - ¡te hablo en la noche a ver si pasas por mi!

El taxi continuó pitando con estridencia.  Luciana sonrió y le envió un beso antes de entrar al edificio resbalando un poco en la entrada mojada.

Mientras el taxista lo rebasaba gritando un insulto, Pablo experimentó un deja vu al mirar a Luciana desaparecer tras la puerta de vidrio.

Después siguió su camino, despacio, invadido por una sensación de nostalgia y remordimiento por no haber podido decirle a Luciana lo mucho que la amaba y lo profundamente agradecido que estaba con ella por sostener su espíritu de esa manera. 

Sin embargo podía decírselo más tarde. Mejor aún, podía demostrárselo, podía prepararle una cena especial, podía escribirle uno de los cuentos que tanto le gustaban. Incluso sabía qué escribir. Había estado pensando en la trama en los últimos días pero ahora se le presentó completa, de principio a final en menos de diez minutos. Supo que era lo suficientemente sólida como para sentarse a escribirla plácidamente, placenteramente, sin luchar contra nada. Sólo se trataba de transcribirla.  Los detalles de la historia comenzaron a llegar mientras manejaba, a poblarla de imágenes y de amor a Luciana.

Buscó a tientas el botón del MP3 para volver a escuchar el Ave María y continuar con el flujo de su inspiración, cuando un coche lo rebasó con vehemencia por la derecha y después se patinó adelante para chocar de frente con el muro de contención, y tras un chasquido seco, volar por los aires hacia el parabrisas de Pablo.

 

Su muerte fue apenas el principio de un sobresalto.

 

Pablo Virgilio abrió los ojos a una oscuridad absoluta. El desasosiego del insomnio se convirtió en pánico cuando recordó el accidente.  Intentó moverse y comprendió que algo en su cuerpo estaba muy roto, pero no sintió ningún dolor.  Con dificultad levantó los brazos que chocaron a los pocos centímetros con la tapa contundente del ataúd.  Su pánico se convirtió en horror gélido, comenzó a temblar con violencia y empujó con todas sus fuerzas hacia arriba sin conseguir en la loza el menor movimiento errático. El peso sobre él era absoluto y comprendió que estaba enterrado.  Abrió la boca para gritar y de su garganta sólo brotó un lastimoso siseo como el roce de un objeto ajeno, inanimado, y descubrió esa sensación de impertinencia en todo su cuerpo. Incluso su terror carecía de los latidos del corazón que lo reconfortaban. 

Descubrió que los latidos de su corazón lo habían reconfortado. Pero eso era antes, cuando su cuerpo estaba vivo.

El verdadero insomnio no es una vigilia normal.  No es cómo estar despierto hasta muy altas horas de la noche. El insomnio profundo tiene algo de sobrenatural: es el agotamiento sin alivio, es la mente sin lucidez experimentando la crudeza de la existencia, la conciencia del tiempo sin las armas y mecanismos para mitigarlo, cómo si un niño heredara de pronto la conciencia de un anciano y asumiera de golpe todas sus pérdidas.

Otro en su lugar se habría desesperado, pero Pablo estaba acostumbrado a ese desencanto. Conocía de toda su vida esa traición del espíritu . Conocía el silencio. Conocía la oscuridad. Con el tiempo aprendería a distinguir los sonidos del exterior amortiguados por varios metros de tierra compactada por la lluvia, aprendería a escuchar los ruidos viscosos de las larvas y los gusanos en la tierra y en su propio cuerpo.

De pronto sus manos adormecidas palparon un objeto frío y metálico. Reconoció la forma de la lámpara de leds a su lado, había otros objetos, sus dedos torpes y temblorosas buscaron el interruptor. La lámpara prendió a la perfección iluminando con luz fría la blanca mortaja del ataúd.  Con incredulidad llevó la baratija china hasta sus ojos sin lastimarlos, pues sus pupilas ya no se movían, y pudo ver reflejado en el cromo su rostro de cadáver oscuro y anonadado, con ojos desorbitados que tenían una expresión tan macabramente estúpida, que estuvo a punto de soltar una carcajada, pero la mandíbula cayó fracturada y no volvió a regresar a su lugar.

Con los ojos tan abiertos como la boca por la sorpresa y la falta de párpados (y mandíbula) siguió explorando lo que la luz podía mostrarle.  Encontró una gran cantidad de libros acomodados cuidadosamente junto al cuerpo que alguna vez fuera suyo. Con la impaciencia de un niño abriendo regalos comenzó a mirar los títulos vibrando todo el cadáver de emoción:  Obras completas de Jean Ray, de Edgar Allan Poe,  de Arthur Machen,  de H.P. Lovectraft, de Clive Barker…  la selección era tan macabra que haría brincar de emoción a cualquier cadáver y los títulos y autores seguían mas allá de sus rodillas donde no era tan fácil alcanzar, pero ya tendría tiempo de preocuparse por eso.

Por ahora era suficientemente difícil decidirse por cual empezar, tan sólo con los que tenía a la mano…

El cadáver de Pablo miró sus manos.  Por el estado en el que se encontraban calculó que llevaría unos tres meses muerto… no estaba seguro… nunca había tenido en vida la morbosidad necesaria para averiguar esos datos. Pero sabía que en unos dos o tres años a mas tardar su cuerpo habría terminado de descomponerse  y entonces desaparecería en el sueño perpetuo.

No tenía prisa. Había suficiente material para leer y releer por mucho más tiempo que ese y el material era lo suficientemente mórbido para llenar de poesía un cuerpo en descomposición.

De pronto tuvo un sobresalto, y por instinto llevó las manos a los bolsillos de su traje.  Los encontró repletos de pilas de litio, desbordante, como un tesoro brillante de moneditas de plata. También encontró una nota, era muy pequeña, apenas una hoja de libreta de recados telefónicos con un beso pintado y una letra: L.

Pablo guardó de nuevo la nota y se dispuso a leer sonriendo con una sola hilera de dientes.  Pensaba en lo afortunado que era de haber encontrado a Luciana y de haber vivido con ella por tantos años.  Se sentía inflamado de amor, de ternura, de agradecimiento.  Sólo ella en todo el mundo hubiera sido capaz de preveer lo que necesitaría su animo en un momento tan terrible como el que estaba experimentando.

Eligió empezar por Machen.

Alejandro Valle


EL HOMBRE CONFORME

EL HOMBRE CONFORME

 

Cuando me dijeron que mi hermano Luis no contestaba el teléfono tuve un mal presentimiento. No era su estilo. Luis era de los que contestaban siempre, aunque estuviera dormido. No fuera a ser que alguien necesitara de su ayuda.

- ¡¿Cómo que le dio al niño?! – Pregunté alarmado.

- Se lo dio – Repitió María. Y su tono no me tranquilizó en absoluto – Se apareció esa pinche urraca en la puerta y él… pues se lo dio, así...

Una corriente de viento comenzó a correr por la línea de teléfono.

- ¿Cómo lo oíste? -  Dije después de un momento. Necesitaba tener la imagen completa.

- No se escuchaba mal…

- Pero – Insistí con impaciencia.

- Bueno… ya sabes como es Luis. No habla mucho. Pero sonaba demasiado tranquilo… demasiado…

La torpeza de María volvió a desesperarme y colgué el teléfono. Siempre terminaba colgándole el teléfono a María.  Estaba totalmente incapacitada para expresarse.  No pronunciaba las palabras, se le escurrían de la boca como baba. Una palabra cada tres segundos,  y antes de la cuarta yo ya me había violentado y colgaba el teléfono como si le estuviera lanzándole un golpe a la cabeza.

Esta vez no le volví a llamar. Pero tampoco intenté llamar a Luis. Me quedé sentado un momento. Percibiendo como el viento que yo creía en el teléfono se encontraba mas bien entre mis oídos. Después me dirigí al coche directamente.

Mi preocupación y mi angustia se incrementaron junto con el tráfico. Imaginé de nuevo a Luis y de nuevo su imagen volvió a dolerme.

Luis es el número siete de ocho hermanos, pero nunca se quejó. Nunca reclamó un lugar digno.

Cuando nació Roberto, el último,  Luis estaba por cumplir un año, de modo que su privilegio de ser el bebé de la casa le duró muy poco. Solíamos burlarnos siempre de que mamá olvidó su primer cumpleaños y le cantábamos en la oreja esa cantaleta: Poobre Niicoolaaaas…  pues en alguna oscura parte de nuestra imaginación de niños, inventamos a ese personaje Nicolás, que era huérfano, que nadie lo quería y que era pelón, entre todo lo que se nos iba ocurriendo.

El juego consistía en que alguien enumeraba una desgracia y todos respondíamos a coro: Poobre Niicoolaaaas…

No éramos una familia especialmente pobre pero recuerdo que siempre faltaba de todo. A papá prácticamente no lo veíamos. Era de carácter bondadoso y huraño, como Luis, y siempre estaba trabajando. Pero a veces llegaba a la casa cargando una bolsa de pan dulce. Exactamente ocho panes. Ni uno más.

Mi mamá lo llevaba hasta la mesa en un plato, que cargaba sobre su cabeza para evitar que nosotros, que brincábamos como pirañas a su alrededor, lográramos atraparlo antes de tiempo. Y cuando lo ponía a nuestro alcance, la rebatinga era inevitable. Golpes y arañazos para conseguir una dona o una concha blanca.  A Luis siempre le tocaba el que nadie quería, seguramente algún panquecito macizo, o una de esas extrañas rebanadas con mantequilla y azúcar que tienen una apariencia nada voluptuosa, pero que Luis parecía disfrutar tanto junto con su vaso de leche, que lo mas seguro es que alguien terminara cambiándoselo por algún pedazo de dona lamido y sin glasé, que Luis aceptaba estoico para no meterse en problemas con sus hermanos caníbales.

La cantaleta era inevitable: Poobre Niicoolaaaas… mientras Luis buscaba la forma de disfrutar el miserable pedazo de dona junto con el último traguito de su leche.

Y si era de esa forma con el pan, con los juguetes navideños Luis no tenía ninguna esperanza. Siempre le tocaba el roto, el extraño o el anacrónico. Tal vez por eso Luis no desarrolló deseos y mis papás no encontraban que regalarle para compensarlo, pues parecían no interesarle en absoluto los juguetes.

Desarrolló en cambio una pasión obsesiva por el dibujo. No importa si por molestar lo dejábamos sólo con la crayola amarilla, su dibujo siempre era el mejor, lo cual tampoco importaba por que Luis no buscaba reconocimiento, sólo quería dibujar, y hasta nosotros que éramos los niños más lacrosos del mundo, aprendimos a respetar eso.

Y a través de los dibujos que estaban por toda la casa, de las historietas que hacía sólo para nosotros (y que nos hacían reír a carcajadas con las desgracias de ese personaje de todos llamado Nicolás), nosotros aprendimos a respetar a Luis y nos convertimos en sus protectores, frente a un mundo que, como todo lo demás, no estaba hecho a su medida.

De alguna manera Luis consiguió salir adelante. A pesar de una escuela que era fundamentalmente competitiva, y sin saber competir, Luis logró terminar la prepa con calificaciones mediocres. Mi papá no podía costear la universidad de todos nosotros.  Algunos nos fuimos directamente a los negocios, María se casó y los más brillantes consiguieron  ser aceptados en la Universidad pública. Luis no lo consiguió, seguramente debido a su promedio, porque tenía un talento nato para el arte, pero no parecía estar interesado en ninguna otra cosa, ni siquiera en su apariencia que era escandalosamente descuidada.

Sin embargo, y ante la sorpresa de todos, consiguió una beca para estudiar artes plásticas. Todos estábamos muy felices por él. Sinceramente felices. Parecía que el universo se había confabulado por una sola vez en la vida para crear armonía en la familia. El futuro se veía luminoso, todos estábamos bien,  todo estaba en su sitio. Nadie envidiaba a nadie. Todos éramos Luis.

Pero la armonía es solamente una ilusión y dura muy poco. Esto lo aprendimos desde muy chicos.  Y un día Luis se involucró con esa modelo de su clase de dibujo al desnudo, que se llamaba Azucena, y que era un caos. Un revoltijo de emociones encontradas, de envidia, de pereza, de lujuria, sobre todo de ira. Lo opuesto a mi hermano. Pero dicen que los opuestos se atraen y pronto nuestro cuarto estuvo tapizado de dibujos al carboncillo de su nalgas y tetas. Azucena parada y Azucena agachada, doblando la lonja. No se que le veía Luis. Nosotros la odiábamos. Le decíamos la Urraca a sus espaldas, sin que Luis lo supiera, porque parecía verdaderamente muy enamorado.

Al poco tiempo Azucena quedó embarazada. Luis nos los dijo a todos con una sonrisa, cómo si fuera una buena noticia.  Nadie se atrevió a decir una palabra, sólo mi mamá, que es bastante gorda, se levantó pesadamente de su silla, lo abrazó y le plantó un beso de lástima en la cabeza.

Luis se casó a pesar de nuestras airadas protestas. Abandonó la escuela de arte, se cortó el pelo y se metió a trabajar haciendo story boards en una agencia de publicidad, donde no ganaba mucho, pero si lo suficiente para pagar un pequeño departamento y complacer los caprichos voraces de su pájaro de rapiña, que se dedicó a engordar, exageradamente, como todo lo que hacía.

Cuando nació el bebé, Luis se había convertido en una caricatura de mi padre, sin embargo irradiaba una felicidad y una calma que nos provocaba mas asombro que gusto.  Le puso Nicolás al bebé, según él como un homenaje a todos sus hermanos, y Azucena no protestó únicamente porque, como era de esperarse, sufrió una terrible depresión postparto que la mantuvo en cama los meses siguientes. 

Los cuidados del bebé se convirtieron en una excusa de la Urraca para humillar en público a mi hermano.  Mi hermano se disculpaba por ella y eso me ponía los nervios de punta. Me irritaba mucho mas allá de lo que podía soportar y poco a poco dejé de visitarlos.

Un día me enteré por mi hermana María de que ella lo había abandonado. Se había llevado toda su ropa. Pero había dejado a Nicolás.

Todos nos ofrecimos a ayudar a Luis, pero fue muy poco lo que pudimos darle. Apenas algunas horas con Nicolás que tenía apenas un año y era como un juguete para nosotros. Lo usábamos un momento y después lo pasábamos al siguiente hermano como una papa caliente.  Mientras Luis se partía el lomo trabando para obtener dinero extra.

Un día mi hermano llegó a recoger a Nicolás a la casa y su hijo lo dijo papá. Esa fue su primera palabra.

Luis abandonó la agencia al poco tiempo. Se dedicó a Nicolás y a trabajar por las noches de manera independiente. A pesar de nuestros reclamos los vimos muy poco, pero el cansancio y la paternidad le dieron a Luis la fisonomía que tiene ahora: una especie de asceta, delgado y en éxtasis, con la mirada brillante.

Durante cerca de un año Nicolás fue su mundo. Su religión y su mantra. Y su paternidad se convirtió en el arte más delicado.

 

Por eso cuando María me avisó que Azucena había regresado por el bebé, acompañado de un hombre maduro - que afirmaba ser maestro de arte y el verdadero padre del niño -  me invadió una oleada de ira. Pero cuando María, en su forma babosa que tiene de decir las cosas, trató de explicarme que Luis se lo había dado, todo mi enojo se convirtió en una angustia aguda, que se convirtió en una especie de viento en mis oídos y me acompaño en una travesía eterna por toda la ciudad hasta la casa de Luis, que no respondía las llamada.

Toqué en la puerta con desesperación mientras el zumbido aumentaba hasta convertirse en un horrible presentimiento.

Y Luis abrió la puerta.

Fuera de esa apariencia de asceta que tiene, se veía bastante tranquilo.

- ¡¿Porque se lo diste?! – le grité a quemarropa.

Luis camino por el departamento con tranquilidad invitándome a seguirlo.

- Necesitaba a su madre – me dijo tranquilamente.

- ¡Pero esa mujer va a arruinarlo Luis! ¡ es una Arpía!

- Lo sé. Es una urraca. – dijo Luis sentándose con suavidad en un banco, frente a un caballete.- Pero también es su madre.

- ¡Ay Luis! ¡ay Luisito! – dije abrazándolo y rompiendo en lágrimas - ¿por qué se lo permitiste?

- Porque él me lo dijo.

- ¡¿Quién?! – grité irreflexivamente - ¿quién te lo dijo?

- Nicolás – dijo con voz suave – Nicolás me dijo que quería a su mamá.

 

Yo no dije nada. Abracé a mi hermano invadido por todo el amor del mundo, con los ojos inundados en lágrimas. Tratando de entender lo que estaba pintando.

No entendí el cuadro. Desde que Luis pintaba esas cosas abstractas había dejado de entender su arte. Pero estaba lleno de colores, y los trazos eran suaves y luminosos. Era hermoso.

 

Alejandro Valle * 1er semestre SOGEM

 

"PSICOMAQUIA" Entrada

http://www.youtube.com/watch?v=z2guZAwMpVo

PSICOMAQUIA (GUION PILOTO)

PsicomaquiA

Guión piloto para serie de televisión.

Equipo Fantástico * 1er semestre SOGEM

 

ESCENA 1. INTERIOR. NOCHE. ANFITEATRO.

NEGROS.

Se abre una puerta.  Dos siluetas recortadas contra la luz exterior entran a la habitación oscura. 

DOCTOR LOVERA

¿Haz estado en un anfiteatro antes?

MARIA

No.

Un momento después se enciende una luz de neón (primero parpadeante hasta estabilizarse) que ilumina el cuarto. Es un anfiteatro, sucio y sórdido.  Las paredes de mosaicos viejos están manchadas de grasa y sangre. Una serie de planchas para autopsias también sucias, incluso con pedazos de tejidos. En una, el cadáver de un hombre gordo, aun drena fluíos de sangre diluida por tubos de plástico transparente hacia un canal al lado de la plancha que desemboca en lavaderos cutres. María se cubre la nariz con la manga de su sudadera que tapa casi por completo su mano. Es una joven de unos 20 años, podría ser bonita, pero su aspecto es descuidado y triste. Carga en su espalda una mochila vieja y deshilachada. Su cabello lacio y grasoso. El Doctor Lovera la mira con disgusto.

DOCTOR LOVERA

Te lo dije. Esto no es para ti. Entiendo que éste sea un trabajo que nadie quiera pero si no pueden conseguir alguien con experiencia por lo menos deberían contratar a alguien con edad, o con cierta fortaleza. Y no te ofendas niña pero no se que te vieron a ti.

 

MARIA

Es mejor que ser puta.

 

DOCTOR LOVERA

(Se ríe) Entiendo. Eres una chica ruda. Crees que haz sufrido mucho, te expulsaron de la prepa, y elegiste este trabajo para castigar a tus papás. Mira, no perdamos el tiempo, regresemos al hospital y que te asignen algo mas adecuado para ti, como limpiar los baños.

 

Coloca una mano en la espalda de María como invitándola a salir, pero ella elude el contacto y comienza a caminar despacio por el anfiteatro, como explorándolo.

 

MARIA

Ya lo hice. Yo limpiaba los baños del hospital, pero aquí pagan el triple.

 

El Doctor Lovera asiente intentando tener paciencia. María se detiene frente al cadáver y lo mira al rostro. No tiene ojos. Se los han extirpado recientemente.

 

MARIA

(Casi en transe) ¿Por qué no tiene sus ojos?

 

El Doctor Lovera se acerca molesto y cubre el cadáver con una sábana sucia, con un movimiento violento que intimida un poco a María.

 

DOCTOR LOVERA

Mira niña, eso no es de tu incumbencia. Tu trabajo es limpiar. Si lo quieres yo estoy dispuesto a darte una oportunidad porque el Doctor Montiel habló bien de ti. Pero si me entero de que eres una de esas artistas conceptuales que les gusta jugar con los muertos, estás fuera de aquí y fuera del hospital ¿entendiste?

 

MARIA

Si Doctor.

 

DOCTOR LOVERA

Y no estoy diciendo que tengas el trabajo. Estoy diciendo, que estás a prueba. No se si es legal que niñas como tu tengan un trabajo nocturno, pero si para mañana por la mañana está esto limpio… entonces hablamos ¿esta bien?

 

MARIA

Si doctor.

 

DOCTOR LOVERA

Bien. ¿Cómo me dijiste que te llamabas?

 

MARIA

Xóchitl

 

DOCTOR LOVERA

Xóchitl… Todo lo que necesitas para limpiar está en ese casillero. No tiene llave. No puede cerrarse. Si algo hace falta, por la mañana puedes solicitarlo a inventario.  (Mira su reloj de pulso) ¿Algo más?

 

MARIA

No doctor.

 

El doctor Lovera camina hacia el instrumental y toma un bisturí que le muestra a María acercándose a ella. Ella retrocede imperceptiblemente.

 

DOCTOR LOVERA

¿Sabes que es esto?

 

 

MARIA

Un bisturí.

 

DOCTOR LOVERA

Un bisturí. Pues es muy filoso. Lo usamos para abrir a los muertos. Con la sierra que está allá cortamos los cráneos. Debes lavar todo el instrumental con sumo cuidado porque puedes lastimarte muy gravemente. La señora que estaba antes que tu perdió estos dos dedos por lavar la sierra sin desenchufarla ¿entiendes? Ella tenía trabajando aquí mas de veinte años y sólo se descuidó un momento. Esto no es un juego ¿quieres el trabajo?

 

MARIA

Si doctor.

 

DOCTOR LOVERA

Bien. Ya veremos mañana.

 

El doctor camina hacia la charola de instrumentos y deja el bisturí.

 

DOCTOR LOVERA

Cuando termines los vuelves a dejar en este sitio. No olvides lavar la charola antes.

 

MARIA

Entiendo doctor.

 

El doctor Lovera sonríe y camina hacia la salida, meneando la cabeza con divertida incredulidad.

 

DOCTOR LOVERA

Ay Montiel, Montiel.

 

Se detiene en la puerta antes de cerrarla.

 

DOCTOR LOVERA

Y mantén la puerta por tu propia seguridad. Yo llego a trabajar como a las 7 de la mañana. Entonces puedes irte a descansar.

 

MARIA

Si doctor. Muchas gracias.

 

El doctor Lovera sonríe divertido y cierra la pesada puerta del anfiteatro. María se queda sola y mira a su alrededor un poco intimidada. Saca de su mochila un pequeñísimo aparato de MP3 conectado unos audífonos que se coloca y enciende el aparato. Se escucha una música alegre y punk. María mira a su alrededor y sonríe.

 

ESCENA 2. INTERIOR. NOCHE. ANFITEATRO.

Corte elíptico de tiempo. La escena continúa en el mismo espacio, pero será narrada con cortes rápidos de videoclip al ritmo la música que María escucha por los audífonos mientras, equipada con uniforme, guantes de hule rojos y paliacate de calavera sosteniéndole el cabello limpia afanosa la sangre, mugre y desechos humanos de paredes, piso, muebles e instrumental. Parece concentrada y por momentos hasta divertida lo que debe resultar paradójico y contrastante ante la sordidez de la tarea.

 

ESCENA 3. INTERIOR. NOCHE. ANFITEATRO.

Los cortes rítmicos cesan. La música continúa pero se escucha apagada, proveniente de los audífonos de María. Trabaja casi a ras del suelo, limpiando enérgicamente, con un cepillo, una mancha del piso que parece no ceder. Al fondo, en segundo plano, el cadáver comienza a levantarse muy lentamente dentro de la sábana. María no lo nota inmersa en la música y la tarea. Al tiempo que resbala la sábana, el cadáver baja sus piernas de la plancha hasta que sus pies desnudos, del color de papel viejo tocan el piso mojado. Al estar de pie, el cadáver comienza a desparramar sangre y fluíos de su vientre abierto, y comienza a acercarse a María rígidamente, dejando un rastro rojizo y deslavado a su paso. Casi está sobre ella cuando al ampliar los movimientos de su cepillo, María llega hasta los pies sepias del cadáver y los mira alarmada. Después levanta la vista hasta su rostro, sin ojos, que parece mirarla desde sus cuencas vacías.

MARIA

¡Noooooo! ¡no, no, no, no! ¡Llevo horas lavando este pinche piso!

 

María arroja el sepillo molesta y se levanta mirando de frente al cadáver.

 

MARIA

¡Carajo!¡¿no ve que estoy limpiando?!

 

CADAVER

No. Señorita. No puedo ver. Me extirparon los ojos, vaya uste a saber porque. Pero si puedo oír esa espantosa música ¡y no me deja descansar en paz!

 

MARIA

¿Y como pudo escucharla? ¡traigo audífonos!

 

CADAVER

¡Puedo escuchar todo! Todo lo que tiene dentro de esa cabecita suya señorita. Esta muy triste ¡¿por qué?! Es usted tan joven y sus pensamientos son tan puros, tan bellos… ¡para que taparlos con esa horrible música! Nadie tan joven y tan bello debería estar pensando en la muerte señorita…

 

MARIA

¡Ese no es su problema! Mi cabeza es mía y nadie tiene derecho a meterse. Usted váyase a sus asuntos que ya no son de este mundo y deje de ensuciarme el piso ¡y por el amor de dios tápese con la sábana que puedo verle hasta la medula espinal!

 

El cadáver se retira un poco avergonzado.

 

CADAVER

Tampoco sea cruel, señorita. Ya bastante humillante es una autopsia de por si. Estoy viejo y muerto y no puedo aguantar esa música que escuchan los jóvenes de ahora… ¡es diabólica!

 

MARIA

Los jóvenes de ahora no escuchan esta música. Es “The Cure” y lo escuchaba mi abuelo que era un hombre santo…

 

CADAVER

(Acostándose de nuevo)¡Es diabólica!

 

De golpe se abre la puerta de uno de los refrigeradores y se desliza con violencia una plancha de la que se levanta otro cadáver, más joven y con un balazo en la cabeza.

 

CADAVER 2

Amiga. No escuches a este abuelito, por favor. “The Cure” es la neta. Ya me estaba transportando hacia la luz al final del túnel. Me falto… ¿no traerás algo de The Ramones?

 

MARIA

¡También le gustaban a mi abuelo!

 

CADAVER

¡Por el amor de dios!

 

Se abre otro refrigerador, se desliza la plancha y se levanta otro cadáver. Es una viejita que habla con una vocecita vibrante y dulce.

 

CADAVER 3

¡Dejen que la muchacha decida lo que quiera! ella todavía está viva ¡respeten a los vivos! Pon lo que quieras hijita, nosotros estamos bien.

 

CADAVER 2

¡Tres contra uno! ¡Ni modo abuelito!

 

CADAVER

Carmelita no cuenta. Es neutral.

 

CADAVER 2

¡Que neutral! ¡ella dijo clarísimo…!

 

DOCTOR LOVERA

¡No puedo creerlo!

 

María grita por la sorpresa al ver al doctor Lovera, fresco y descansado, parado frente a la puerta abierta.

 

DOCTOR LOVERA

Disculpa. No quise asustarte. Es que de verdad me sorprendiste. Nunca había visto este lugar tan limpio.

 

María mira a su alrededor sorprendida y todo está en orden. Los refrigeradores cerrados, el cadáver en la plancha cubierto por la sábana. El doctor entra y coloca su abrigo en el perchero.

 

DOCTOR LOVERA

Estaba acostumbrado a la limpieza de doña Carmelita, que ya estaba muy viejita y pues lo hacia así, todo (hace una seña indicando mas o menos), pobrecita.

 

María mira al refrigerador donde había visto al cadáver de Carmelita.

 

DOCTOR LOVERA

Supongo que estas muy cansada ¿no? Ya vete a descansar.

 

MARIA

Si. Ya solo me falta trapear…

 

Mira el piso pero está limpio, sin las manchas del cadáver. El doctor Lovera mira hacia el mismo lugar.

 

DOCTOR LOVERA

¡Que trapear ni que nada! ¡está impecable! Ya vete a tu casa. Ahora soy yo el que tengo que rogarte que regreses mañana. El trabajo es tuyo Xóchitl. Felicidades.

 

MARIA

Gracias doctor.

 

Se dirige al casillero donde saca la mochila y se desabrocha el peto. Abajo no lleva blusa de modo que intenta ponerse la camiseta haciendo malabares para hacerlo dentro del uniforme.

 

DOCTOR LOVERA

Puedes llamarme Arturo. Pero no lo hagas frente a los peritos porque son muy mal pensados.

 

MARIA

(Aun haciendo malabares) Si doctor.

 

El doctor nota lo que está haciendo.

 

DOCTOR LOVERA

¡Ah! Disculpa. Voy a salirme para que te vistas.

 

MARIA

(Que ya ha logrado su hazaña) No hace falta doctor. Llevo los jeans abajo. Tengo que irme ya.

 

Se cuelga la mochila al hombro y se dirige a la puerta.

 

DOCTOR LOVERA

Nos vemos a las nueve Xóchitl. Y felicidades. Lograste darme una bofetada con guante blanco.

 

MARIA

Me alegro doctor.

 

María le sonríe con malicia al doctor al pasar frente a él y al doctor Lovera no le queda otro remedio que reírse.

 

DOCTOR LOVERA

Supongo que lo merezco. Soy un ogro.

 

María llega hasta la puerta pero se detiene ahí.

 

MARIA

Doctor ¿puedo hacerle una pregunta?

 

DOCTOR LOVERA

Adelante. Dispara.

 

MARIA

¿Carmelita ya murió?

 

DOCTOR LOVERA

¿Carmelita? ¡nooooo! Después del accidente se retiró. No te preocupes. Vive muy bien. La procuraduría ha sabido compensar muy bien sus servicios.

 

MARIA

Gracias doctor.

 

DOCTOR LOVERA

Descansa.

 

María sale del anfiteatro y el doctor se queda mirando hacia la puerta. Fascinado.

 

ESCENA 4. EXTERIOR. DIA. CALLE DE LA CIUDAD.

María camina por una calle transitada. Se ve agotada y parece moverse en un tiempo distinto al de los otros, como si perteneciera a una realidad distinta. De pronto una figura del lado opuesto de la calle llama su atención. Es un hombre viejo vestido de manta y colores al estilo Huichol. El hombre le sonríe.

MARIA

¿Abuelo?

 

María intenta alcanzar a su abuelo pero el tránsito rápido y denso no le permite cruzar la calle.

 

MARIA

¡Abuelo!

 

Obstruida la visión por los autos veloces la figura del abuelo parece desaparecer entre la multitud de transeúntes.

 

MARIA

¡Abuelo! ¡Algo está mal! ¡Dime lo que está mal!

 

La multitud alrededor de María se ve cada vez mas enrarecida. Actúan cada vez más como autómatas, como muertos vivientes. Una mano pálida toma del brazo a María y al girar se encuentra con el rostro de Carmelita, cubierto con un sudario de tela translúcida, como en la antigüedad se embalsamaba a los muertos.

MARIA

¿Carmelita?

 

CARMELITA

Ellas estaban vivas. No respetan a los vivos ¡Respeten a los vivos!¡ellas estaban vivas!

 

ESCENA 5. INTERIOR. ATARDECER. DEPARTAMENTO DE MARIA.

María Despierta de golpe. Se a dormido totalmente vestida en el colchón sobre el piso que es su cama. Ni siquiera se ha tapado con los cobertores.  Mira por la ventana los últimos rayos de sol que pintan de naranja los edificios deteriorados y tristes de la ciudad. El departamento está casi vacío. Casi no hay mobiliario excepto una mesa y una silla rústicas. Los cojines de colores sustituyen los muebles. Pilas de libros horizontales en lugar de libreros. Los escasos motivos de decoración en las paredes o colgados sobre el techo nos sugieren la magia, las culturas indígenas, las religiones orientales, todo mezclado. La cortina es una gran manta teñida con lo que parece una concepción indígena del universo simétrica y colorida.

Repentinamente se sobresalta y mira su reloj (de Mickey Mouse) con apuro. Se levanta de un salto y comienza a desvestirse y a vestirse con otras prendas negras que encuentra en el piso y selecciona por su olor. Se carga con prisa la mochila al hombro y sale del departamento.

 

ESCENA 6. INTERIOR/EXTERIOR. NOCHE. INTERIOR DE PESERO (SERVICIO DE TRANSPORTE PUBLICO).

María mira por la ventanilla del pesero y se encuentra con el reflejo de su cara en el cristal. De su mochila saca un pequeño espejo, se mira y se sobresalta. Comienza a arreglarse un poco el cabello con los dedos y después saca un lápiz negro con el que comienza a delinearse los ojos de una manera muy acentuada. Descubre que una niña la mira asomándose desde el asiento de adelante. María le hace un gesto para asustarla y le susurra con voz fantasmal.

 

MARIA

Soy vampiro. Trabajo en las noches con los muertos.

 

Una señora que acompaña a la niña mira a María con severidad. María le sonríe pero la señora no le devuelve la sonrisa y obliga a la niña a mirar enfrente. María se coloca sus audífonos y mira la ciudad nocturna ambientada con Rock gótico.

 

ESCENA 7. INTERIOR. NOCHE. ANFITEATRO.

María entra apresurada al anfiteatro.

 

MARIA

¡Disculpe doctor! ¡me quedé dormida!

 

Se detiene en seco al descubrir que el Doctor Lovera está acompañado por otro hombre (maduro, gordo y vestido de traje aunque desaliñado) alrededor del cadáver de una chica joven y desnuda que está abierta del vientre y colocada en una de las planchas del refrigerador. Los dos hombres se ríen al verla entrar apresurada.

MARIA

Hola doctor Montiel

 

DOCTOR LOVERA

Xóchitl es la única persona que llega tarde a su trabajo nocturno porque se quedó dormida.

 

DOCTOR MONTIEL

Es duro acostumbrarse a estos horarios ¿verdad?

 

MARIA

(Mirando al cadáver)

¿Es nueva?

 

El Doctor Lovera cubre el cadáver con una sábana mientras habla.

DOCTOR LOVERA

Llegó hoy. Parece que algún maniático anda obsesionado con las mujeres jóvenes y bonitas. No te preocupes. Tu estás a salvo.

 

Parece disfrutar sus palabras mientras introduce la plancha al refrigerador. María le lanza una sonrisa inteligente. El doctor Montiel en cambio se escandaliza y se molesta.

DOCTOR MONTIEL

¿Porque no le pasas el reporte completo a ella? y que haga las averiguaciones previas y los dictámenes.

 

DOCTOR LOVERA

(Sonriendo, sin perder el aplomo)

No te preocupes. Es una buena chica ¿no lo ves? Es “darky”, no le tiene miedo a los muertos.

 

DOCTOR MONTIEL

(A María)

Esto no es un juego niña. Estos cadáveres pertenecen a la procuraduría de justicia y si tocas estas pruebas puedes terminar encerrada en la sombra ¿entiendes?

 

DOCTOR LOVERA

Ya lo sabe Montiel. Te digo que es una maravilla ¿cuándo habías visto el anfiteatro tan limpio?

 

DOCTOR MONTIEL

También te lo digo a ti Arturo. Tus… hormonas un día te van a meter en problemas.

 

El Doctor Montiel toma un abrigo y se retira molesto. Pero se detiene por un momento en la puerta y señala a María.

 

DOCTOR MONTIEL

Cuídate de los vivos niña.

 

Cuando el Doctor Montiel se retira, Lovera sonríe a María mientras se quita el uniforme y los guantes sucios de sangre y se dirige al lavabo para lavarse. Mientras él le habla María se dirige al casillero y se pone sobre la ropa su uniforme de limpieza.

 

DOCTOR LOVERA

Tienes que entender algo Xóchitl. Nuestro trabajo no es el mejor del mundo. Esta ciudad es muy violenta. Está podrida y eso puede afectar los nervios de los que trabajamos en criminología. Uno ve demasiadas cosas que quisiera no haber visto. Por tu bien te recomiendo que te mantengas alejada. Yo tampoco tengo problemas con tratar con los muertos…

 

MARIA

Entiendo doctor. Debo tener cuidado con los vivos. No se preocupe. No se imagina lo apartada que estoy del mundo de los vivos.

 

El doctor Lovera sonríe y toma su abrigo para retirarse.

 

DOCTOR LOVERA

Haces bien Xóchitl. Mantente lo mas alejada que puedas. Y cierra bien la puerta.

 

El doctor se va cerrando la puerta tras de si y al quedarse sola María hace un gesto de tristeza. Se coloca los audífonos y elige una canción en el MP3. Se escucha música clásica de cuerdas, suave y extrañamente melancólica. Mira a su alrededor mientras se coloca unos guantes rojos de hule, después, sin mucho entusiasmo, empieza sus deberes. Se dirige al lavabo y abre la llave de una pequeña manguera con la que empieza a regar una plancha de autopsia llena de sangre y tejidos que con el agua se resbalan por un canal hasta el lavadero. Los trozos mas grandes los toma con los guantes y los echa a un basurero del que sobresale una bolsa de plástico negro. Repentinamente se desespera y arroja con fuerza un pedazo grande de intestino.

 

MARIA

¡Bueno que les pasa! ¿esta música tampoco les gusta? ¡hace dos días que nadie me dirige la palabra! ¡sin ustedes éste trabajo no es nada divertido! ¿ya los incineraron? ¿siguen ahí? ¡No me digas que no ramón! Tu cadáver está en investigación todavía…

Se dirige a un refrigerador y se asoman unos pies congelados y podridos.

MARIA

¡Ahí estas! ¿qué te pasa? ¿no te gusta la música clásica? ¡abre tu mente chamaco! ¿Y Carmelita? Apoco alguien ya reclamó tu cuerpo.

 

Abre otro refrigerador y encuentra el cadáver tapado.

 

MARIA

¡Lo sabía! ¿qué sucede? ¿finalmente encontraste la luz? Te extraño amiga… hoy soñé contigo…

 

Con un estrépito que sobresalta a María se abre un refrigerador y se desliza la plancha con el cadáver nuevo. Tapado. María se acerca temerosa a la chica muerta y le retira la sábana.

 

MARIA

(Temerosa)

¿Qué sucede? ¿tienes algo que decirme?

 

Repentinamente la chica muerta abre los ojos y toma del brazo a María. Dentro de la mente de María comienzan a suscitarse una serie de imágenes vertiginosas.

 

ESCENA 8. INTERIOR. NOCHE. CALLEJON DE LA CIUDAD.

En una secuencia de imágenes vertiginosas, casi ilegibles, aparecen destellos de la chica maquillada y vestida como una prostituta que es atraída un auto y sometida con violencia por unas manos con guantes rojos de hule que le ponen un pañuelo en la boca y ella se desmaya.

 

ESCENA 9. INTERIOR. NOCHE. ANFITEATRO.

María sale de la visión echándose hacia atrás asustada hasta topar con un hombre a sus espaldas. Es el Doctor Montiel y al verlo María deja escapar un grito que inmediatamente reprime.

DOCTOR MONTIEL

¿Qué carajos estás haciendo?

 

María mira los refrigeradores abiertos, el cadáver descubierto de la chica y comprende que no tiene explicación lógica.

 

MARIA

Yo… yo… sólo quería ver a la chica muerta… asesinada… nunca había visto un asesinato… yo… soy artista… conceptual…

 

DOCTOR MONTIEL

Te advertí que no lo hicieras. Te dije que era un delito ¿qué carajos tienes en la cabeza niña?

 

MARIA

Lo lamento mucho doctor… soy una imbécil… soy estúpida, por eso pierdo todos mis trabajos…  yo… entiendo que estoy despedida… lo merezco…

 

Mientras habla María intenta escapar suavemente hacia su casillero mientras se quita el uniforme.

 

DOCTOR MONTIEL

¡Tu no vas a ningún pinche lado! ¡te quedas aquí!

 

MARIA

Pero… doctor… por favor…

 

El doctor la mira con hostilidad mientras llama con su celular.

 

DOCTOR

(Habla por el celular)

Lovera ¿adivina donde estoy papito? Yo tenía razón. Parece que tu consentida está llena de sorpresas.

 

María derrotada y preocupada se quita el uniforme de limpieza y cuando se va a quitar los guantes rojos, algo en ellos la impacta con imágenes violentas y tan vertiginosas que cae al piso desmayada.

 

ESCENA 10. INTERIOR. DIA. ANFITEATRO. FLASH BACK.

La escena es confusa y la imagen rara. Obviamente es un recuerdo o una alucinación. La chica que antes habíamos visto como cadáver y como prostituta despierta tendida en una plancha del anfiteatro, totalmente desnuda. Grita al descubrir su situación y al ver a alguien, que no podemos ver, solo percibimos sus manos cubiertas con los guantes de hule rojo, acercarse y taparle de nuevo la cara con un pañuelo. Ella se resiste un poco pero la escena comienza a mezclarse con destellos de luz y con imágenes vertiginosas y muy rápidas de un bisturí abriendo su carne y otras manos con guantes de cirujano entrar en su vientre, que se desparrama de sangre.

 

ESCENA 11. INTERIOR. NOCHE. ANFITEATRO.

María despierta con un gesto de rechazo al frasco de sales que el Doctor Lovera coloca frente a su nariz. El doctor Lovera la sostiene e intenta incorporarla del piso. Al fono, recargado en la pared el doctor Montiel la mira amenazadoramente.

 

DOCTOR LOVERA

Xóchitl ¿estás bien?

 

María asiente asustada y confundida.

 

DOCTOR LOVERA

¿Quién eres?

 

MARIA

¿Cómo?

 

DOCTOR MONTIEL

Déjense de pendejadas. Sabemos que te llamas María.

 

DOCTOR LOVERA

¿Te llamas María?

 

María no responde. El doctor  Montiel se acerca molesto y la levanta del brazo con algo de violencia hasta llevarla a una silla en el centro del anfiteatro donde básicamente la arroja.

DOCTOR LOVERA

Montiel. No es necesario.

 

DOCTOR MONTIEL

Primero que nos diga que carajos estaba haciendo con los cadáveres, quien la mandó y entonces vemos si es necesario o no.

 

MARIA

Me llamo María. Soy artista conceptual…

 

El doctor Montiel le suelta un revés en la cara que la tira de la silla. María tiembla y el Doctor Lovera se apresura a ayudarla.

 

DOCTOR LOVERA

(A Montiel) ¿Pero que estás haciendo imbécil? ¿en que carajos estás pensando? ¡Por favor hazte a un lado! ¡no te metas. Déjame a mi.

 

El doctor Montiel retrocede sombrío hasta quedar casi oculto, recargado en la pared. Mientras Lovera ayuda a María a incorporarse hasta sentarse nuevamente en la silla. Llora y tiembla incontrolablemente.

 

DOCTOR LOVERA

Tu juego es muy peligroso María. No podemos ayudarte si no nos dices la verdad.

 

MARIA

(Llorando)

Nunca me creerían la verdad.

 

DOCTOR LOVERA

Es difícil creerte María. Sólo haz dicho mentiras. Pero inténtalo de nuevo. Mírame a los ojos e inténtalo.

 

MARIA

Puedo ver cosas… cosas que los demás no ven.

 

DOCTOR LOVERA

María ¿usas algún tipo de drogas?

 

María niega con la cabeza. Parece sincera.

 

DOCTOR LOVERA

Mírame… ¿haz tenido problemas… psicológicos? ¿haz visto algún doctor?

 

ESCENA 12. INTERIOR. DIA. HOSPITAL PSIQUIATRICO. FLASH BACK.

Con imágenes vertiginosas, violentas y sobre expuestas vemos a María vestida de blanco como un paciente de hospital, es sometida por dos enfermeros violentos mientras le atan las muñecas y los tobillos a una camilla.

 

ESCENA 13. INTERIOR. NOCHE. ANFITEATRO.

Volvemos a le escena y momento exacto antes del flash back.

 

DOCTOR LOVERA

¿Qué es lo que viste María? ¿lo ves ahora?

 

MARIA

(Llorando)

No sé. No entiendo.

 

DOCTOR LOVERA

María. Tranquila. No pasa nada. Nosotros estamos aquí. Somos policías, somos doctores. No te va a pasar nada ¿tienes a quien llamar? ¿tienes papás?

 

María asiente con la cabeza y trata de limpiarse la nariz con el antebrazo, pero los guantes rojos le repugnan.

 

ESCENA 14. INTERIOR. DIA. ANFITEATRO. FLASH BACK.

Una nueva visión. Las manos con guantes rojos cubren con un pañuelo la cara de una chica. Pero se trata de una distinta.

 

ESCENA 15. INTERIOR. NOCHE. ANFITEATRO.

Volvemos a le escena y momento exacto antes del intercorte. María hace el comienzo de un movimiento brusco pero el doctor Lovera la contiene.

 

DOCTOR LOVERA

Tranquila. ¿Quieres que llamemos a tus papás?

 

El doctor Lovera saca cuidadosamente un teléfono celular de su saco que después coloca en la mano temblorosa de María. Ella mira el teléfono asustada y confundida.

DOCTOR LOVERA

¿Sabes el teléfono de tus papás? ¿quieres que yo les llame?

 

María está a punto de marcar cuando el doctor Montiel se acerca por la espalda y le clava una jeringa en el brazo sobre la ropa. María apenas puede quejarse un poco antes de derrumbarse.

La imagen se va suavemente a NEGROS

 

ESCENA 16. ESPACIO INDEFINIDO. IMÁGENES SOBRE FONDO NEGRO.

Una nueva visión. Pero esta vez el ritmo es lento. En la oscuridad aparece el rostro de la mujer asesinada que se acerca lentamente hasta desaparecer en un detalle de sus ojos, dentro del que hay otro rostro, de otra chica que vuelve a acercarse y revelar uno nuevo, como un túnel de rostros cadavéricos. El último es María.

 

ESCENA 17. INTERIOR DE REFRIGERADOR EN ANFITEATRO. NOCHE.

María abre los ojos en la oscuridad. No puede moverse pero sus ojos reflejan terror al descubrir que está encerrada en los refrigeradores del Anfiteatro. Al estar paralizada toda su tensión se refleja en los ojos, que comienzan a llorar. Se escucha una voz suave y vibrante, como un susurro.

VOZ

María… niña… estas cerca de nosotros otra vez…

 

MARIA

(Sin mover los labios)

¿Carmelita?

 

VOZ 2

(Una voz masculina)

Es Carmelita y somos todos…

 

VOZ 3

Ahora somos todos una misma voz…

 

MARIA

¿Qué me sucede?

 

VOZ

Estas viva María… todavía estas viva…

 

MARIA

¿Por qué no puedo moverme?

 

VOZ

Te han hecho lo mismo que a las otras, niña.

 

VOZ 2

Te necesitan viva para extraer tus órganos niña.

 

VOZ 4

Ellos son el terror… el terror…

 

MARIA

¿Por qué me dejaron sola?

 

VOZ 2

Tu te alejaste

 

VOZ

A veces estás mas cerca de la muerte que de la vida

 

VOZ 2

A veces estás tan triste…

 

VOZ

A veces deseas morir…

 

VOZ 2

Con tanta fuerza…

 

MARIA

Llévenme con ustedes. No quiero que me toquen. No quiero que me toquen viva.

 

VOZ

Estamos contigo niña…

 

MARIA

¡No! ¡no! ¡estoy viva!

 

VOZ 2

Estamos siempre contigo…

 

Se escucha un fuerte ruido. Alguien ha abierto el refrigerador.

 

ESCENA 18. INTERIOR. NOCHE. ANFITEATRO.

El doctor Lovera saca deslizando del refrigerador, la camilla sobre la que se encuentra María tendida e inmóvil. Está vestida. Sus ojos están abiertos e inertes pero podemos sentir en ellos el terror, las emociones. El doctor Montiel se acerca con un formulario y una pluma.

 

DOCTOR MONTIEL

Murió por problemas cardiacos. Abuso de drogas. Varias. Cocaína… inhalantes… alcohol…  

 

DOCTOR LOVERA

Si. Esta bien.

 

El doctor Lovera firma el formulario.

 

DOCTOR LOVERA

Déjame sólo.

 

DOCTOR MONTIEL

¡Ya deja de preocuparte Lovera! Ella era una indigente, vivía sola en un cuchitril, escapó del hospital psiquiátrico. Pasará mucho tiempo antes de que alguien note su ausencia. Nadie la va a extrañar. En realidad le estamos haciendo un favor. Los chavos como ella no tienen esperanzas. Es cuestión de tiempo que se suiciden. Alguien puede hacer mejor uso de sus órganos, de su retina…

 

DOCTOR LOVERA

¡Por favor Montiel! ¡todavía está viva!

 

DOCTOR MONTIEL

Si viva. Y es una minita de oro.

 

DOCTOR LOVERA

¡Que me dejes solo carajo!

 

DOCTOR MONTIEL

Todo pasa por algo Arturo.

 

El doctor Montiel abandona el anfiteatro y Lovera asegura la puerta molesto. Se dirige a la plancha y toma de ella un bisturí que se refleja en los ojos inertes de María.

 

DOCTOR LOVERA

Todo pasa por algo…

 

Con el bisturí comienza cortar la ropa de María para quitársela.

DOCTOR LOVERA

… pero esto no tenía que pasar. Nos estamos volviendo descuidados. Primero Carmelita y después tu. Ustedes no lo merecían. No son iguales que esas putas que venden sus cuerpos para comprar drogas y para mantener hijos de puta, que van a prostituir a otras jovencitas. Como tu María… no sabes como lo siento. Si las putas quieren vender su cuerpo ¡que lo vendan bien!

 

Rompe de un golpe una pierna se sus pantalones, rasgándolos para arriba.

 

DOCTOR LOVERA

Pero que sirva de algo. Que sirva para salvar una vida. Para eso las usamos ¿sabes? Para vender sus órganos. Por eso las necesitamos vivas. Para dar esperanza a quien de verdad la quiere. De verdad la necesita.

 

Lovera termina de romper y arrancar los pantalones de María. María le habla desde su mente. Sin poder mover los labios.

MARIA

(sin mover los labios)

¡Cuanta mierda! ¡No me toques! ¡Eres un hijo de puta! ¡No te atrevas a tocarme!

Lovera está a punto de cortarle los calzones con el bisturí pero se detiene y comienza a llorar

.

MARIA

(sin mover los labios)

¡Eres patético! Como te atreves a hablar de esperanza tu que estás podrido.

 

Lovera pone sus manos sobre su piel y apoya su rostro inundado en lágrimas en su vientre mientras comienza a acariciarla lentamente, como a algo muy delicado y doloroso.

 

DOCTOR LOVERA

¡Estoy podrido por dentro! ¡perdóname María! ¡soy patético!

 

MARIA

(sin mover los labios)

¡Deja de tocarme!

 

DOCTOR LOVERA

¡No puedo! ¡no puedo dejar de tocarte! ¡estoy enfermo!

 

Las manos de Lovera se deslizan por el pecho de María, de una forma cada vez mas sexual y descontrolada.

 

MARIA

(sin mover los labios)

No estás enfermo ¡estás muerto! ¡Tu alma está muerta! ¡tu sexo está muerto!

 

DOCTOR LOVERA

¡Eres una puta Malena! Por eso te maté porque eras una puta, una asesina ¿cómo pudiste engañarme? ¡tu me mataste Malena!

 

Lovera se hecha a llorar desesperadamente sobre el vientre de María y ella es capaz de levantar su mano, muy lenta y temblorosa hasta el cabello de Lovera, que acaricia, mientras finalmente María logra hablar con una voz débil, pero real.

 

MARIA

Malena está aquí. Con nosotros. Los muertos.

 

El doctor Lovera se sobresalta con la voz de María y la mira con pánico. Ella le señala hacia atrás, hacia donde viene el cadáver ensangrentado y putrefacto de Malena caminado despacio hacia él.

 

DOCTOR LOVERA

¡Malena perdóname! ¡yo también estoy muerto! ¡Yo tambie…!

 

Con horror el Doctor Lovera descubre que los refrigeradores se abren y los cadáveres de hombres y mujeres comienzan a moverse despacio. El doctor Lovera grita totalmente enloquecido mientras María se levanta de la plancha temblorosa y toma su mochila y su ropa de trabajo.

 

DOCTOR LOVERA

¡Xóchitl! ¡María! ¡no te vayas! ¡no te vayas!

 

MARIA

Ahora usted tiene mi enfermedad doctor.

 

Medio desnuda y muy débil. María camina hacia la salida del anfiteatro y abandona al Doctor Lovera en medio de lo que parece un vals macabro.

ESCENA 19. EXTERIOR. AMANECER. CALLE.

Agotada y muy maltratada. María llega caminando descalza hasta su edificio. Aún de lejos puede ver dos patrullas con las sirenas encendidas estacionadas en la puerta del edificio. Discretamente se aleja caminando.

 

ESCENA 20. EXTERIOR. DIA. UN PARQUE DE LA CIUDAD.

María despierta recostada sobre una banca, apoyando la cabeza en su mochila y cubierta con una chamarra grande. Junto a ella un hombre viejo, vestido al estilo Huichol lee el periódico. Es su abuelo, y María se levanta al verlo pero no parece muy feliz por el encuentro.

 

MARIA

¿Dónde estuviste abuelo? ¿por qué me dejaste sola?

 

ABUELO

¡Uyyyyy! ¡tantas cosas pasan! ¡tantas! ¡que los ojos se te llenan de tanto ver!

 

MARIA

Estuvieron a punto de matarme abuelo.

 

ABUELO

¡No míja! ¡todavía no! ¿ya viste?

 

El abuelo le ofrece el periódico. María no lo toma pero lo mira la portada cuna foto donde aparece la policía arrastrando al doctor Lovera que parece totalmente loco. Junto una foto como de credencial del doctor Montiel y el encadenado “TRAFICO DE ORGANOS EN EL INTERIOR DE LA PPJ”. María toma el periódico y se levanta para tirarlo en la basura, después sigue su camino pero se encuentra a su abuelo más adelante comprando un par helado que le ofrece a María.

MARIA

¿Limón?

El abuelo asiente. Ella lo toma y continúan caminando juntos.

 

MARIA

Hoy voy a ir al puente abuelo. Ya me decidí.

 

ABUELO

Ya lo se María. Por eso interrumpí mi viaje al inframundo. En los ojos de un halcón.

 

ESCENA 21. EXTERIOR. NOCHE. PUENTE URBANO

Es un puente muy alto sobre una autopista de alta velocidad, con muchos carriles. María y el abuelo miran hacia abajo sin hablar. Los autos pasan veloces, con las luces encendidas.

 

ABUELO

¿Se ve bonito no? Parece el cielo de abajo.

 

María asiente.

 

ABUELO

Pero si te tiras ahora, tu espíritu será tan débil que nunca podrás estar conmigo, ni alzar tu espíritu junto al vuelo del águila.

 

MARIA

¿Otra vez estuviste comiendo peyote abuelo?

 

ABUELO

¡Nooooo! Los muertos ya no comemos nada. Ni hace falta. Son como la rayita esa roja que dejan los coches al pasar. Una estelita de lo que fueron en vida. Si alcanzaron la libertad, serán espíritus libres. Si se fortalecieron, serán espíritus fuertes…

 

María comienza a llorar. El le toma la cara para mirar sus ojos.

 

ABUELO

¿Tas llorando?

 

MARIA

¿Qué va a pasar con las víctimas abuelo? ¿con todas las que mataron?

 

El abuelo le señala a la calle donde aparece una multitud de fantasmas paseando tranquilamente.

 

ABUELO

Hay oportunidad para todo el que la busque. La vida es una oportunidad. La existencia toda.

 

El abuelo se para sobre el barandal del puente.

 

ABUELO

Nadie te va a pedir cuentas.

 

El abuelo se hecha a volar hacia el cielo estrellado. María lo mira alejarse. Después mira hacia debajo de nuevo. Lo piensa un momento y se aleja caminado por el puente. Se cruza con un fantasma de principios del siglo XX que se pasea con un paraguas y al verla la saluda inclinando su sombrero de hongo.

 

FANTASMA

¿Nos deja ya?

 

MARIA

Si. Voy a vivir todavía un rato. Todavía falta.

 

FANTASMA

Me alegro.

 

El fantasma se despide inclinando su sombrero y continua cruzando el puente hasta desaparecer. María baja caminando.

 

DESVANECIDO A NEGRO.

 

EQUIPO FANTASTICO * 1er semestre SOGEM 2009